Lucy Kellaway

Sentirnos inútiles en el trabajo es doloroso, pero ayuda a que no lo seamos

Por: Lucy Kellaway | Publicado: Lunes 30 de noviembre de 2015 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Lucy Kellaway

Lucy Kellaway

Durante años, el movimiento de la inteligencia emocional nos ha estado diciendo que el autoconocimiento es vital para lograr cualquier cosa. Nunca ha habido mucha evidencia para apoyarlo, pero suena bien, y por lo tanto todo el mundo lo cree. Sin embargo, incluso la más ligera noción del mundo de los negocios sugiere lo contrario. Durante las últimas tres décadas he conocido a un gran número de hombres de negocios de alto nivel, y no puedo dejar de notar que lo único que la mayoría de ellos tienen en común es que no parecen conocerse a sí mismos en lo absoluto.

La semana pasada encontré una investigación que respalda mi corazonada. Zenger Folkman, una consultora de liderazgo, ha llevado a cabo un gran trabajo de investigación en el que comparó lo que 69.000 líderes piensan de sí mismos con lo que sus equipos —750.000 personas en total— piensan de ellos. Se encontró poca correlación entre cómo los gerentes valoran sus propias habilidades y cómo otros las valoran.

Pero lo siguiente fue más sorprendente. Las personas exitosas verdaderamente creen sus propias exageraciones. La mayoría de los directores ejecutivos son bastante buenos, pero tienden a pensar que son genios. Justo el otro día vi a uno de los grandes nombres de la banca mundial disertar sobre el escenario como lo haría alguien que ofrece sabiduría extraordinaria, ajeno al hecho de que estaba dicendo una banalidad pomposa tras otra sobre la gran y aburrida audiencia que lo miraba fijamente.

Sin embargo, según la investigación, los gerentes que creen en sus propias cualidades excepcionales se encuentran entre los de peor desempeño. Son los que se subestiman quienes resultan ser los mejores en sus empleos. Y mientras más se subestiman, más los valoran otras personas, y mejor trabajo realizan.
Cuando se piensa en ello, tal vez esto no resulta tan sorprendente. Es el efecto Bill Nighy.

Hace unos años entrevisté al actor británico quien pasó los 90 minutos diciéndome lo mucho que le preocupa ser inútil. Cuando acabó la entrevista, incluso comenzó a preocuparse por haber sido inútil en la entrevista, tanto, que al día siguiente se presentó en las oficinas de Financial Times con el propósito de repetir toda la entrevista. ¿A dónde lo ha llevado tanta preocupación? Muy lejos: lo ha ayudado a convertirse en uno de los mejores actores de Gran Bretaña, y el resultado es que todos los que lo entrevistan, lo aman.

Me di cuenta hace mucho tiempo de que la única manera de ser regularmente bueno como columnista es estar bastante seguro de que en el fondo eres débil. De hecho, mientras más seguros estemos de nuestra debilidad, más nos esforzamos, y por lo tanto mejor será el trabajo que produzcamos.

También me di cuenta más recientemente que uno de los problemas del envejecimiento es que a pesar de que técnicamente podamos habernos vuelto un poco mejores en el trabajo, existe el peligro de que dejemos de creer en nuestra futilidad con el mismo fervor. Cuando esto sucede, empeoramos en el trabajo. Nuestro autoconocimiento ha aumentado, pero también ha aumentado nuestra complacencia. Sabemos que podemos hacerlo. Hay menos razones para esforzarnos. Cualquiera que ya no se preocupe por ser inútil está rápidamente en camino a serlo.

Si el primer paso hacia el éxito es decirnos a nosotros mismos que somos inútiles, esto plantea una pregunta. Cada estudio sobre la diferencia entre hombres y mujeres muestra que las mujeres son genios cuando se trata de pensar que ellas son basura. En cuyo caso, ¿por qué no les va mejor? ¿Por qué no todos los mejores líderes son mujeres?

La respuesta muestra el principal inconveniente de subestimarnos a nosotros mismos; nos salimos de la carrera. Ya que temer que seremos malos en realizar una tarea es una sensación dolorosa, la forma más segura de hacer desaparecer el dolor es negarnos a hacer la cosa en cuestión.

Visto de esta manera, significa que todos esos entrenadores, mentores y expertos que están intentando valientemente reforzar la autoestima de las mujeres están equivocados. Todo este tiempo han estado tratando de decirles a las mujeres (u hombres o niños, o cualquier persona que sienta que no está a la altura de algo) que no son inútiles en lo absoluto, sino maravillosas, y enteramente capaces de cumplir con lo necesario. En cambio lo que deberían haber estado haciendo era decirles que su sentimiento de incompetencia es a) totalmente natural y b) una poderosa arma secreta. La batalla no es tratar de hacer que las mujeres se valoren más a sí mismas, sino convencerlas de que hacer el trabajo en cuestión sería lo suficientemente interesante/gratificante como para que valga la pena intentarlo.

Sheryl Sandberg ha instado a las mujeres a ignorar la voz interior que dice: "Yo no soy lo suficientemente buena para esto". Pero esa voz no es una enemiga, es una amiga. La respuesta es escuchar esa voz a toda costa y recordarnos frecuentemente que el dolor de sentirnos inútiles es precisamente lo que garantizará que nunca lo seamos.

Lo más leído